Dice el escritor Jackson
Brown, Jr., que “la oportunidad baila con aquellos que están siempre en la pista de
baile”. Considerando que puede tener
razón, a continuación te propongo un ejercicio, en cinco pasos, con el que
lograrás una positiva disposición física, mental y emocional para danzar con la
vida en clave de oportunidad.
Abres los ojos.
Comienza el día. Y elijes ver la vida como una oportunidad. Una oportunidad,
¿para qué? Tú decides. Quédate en silencio, deja que aparezcan respuestas y
comprométete con ellas. Al hacerlo te estás marcando un rumbo y eso te ayudará
a descubrir pronto y bien, como aprovechar tus circunstancias en función del
sentido de tus respuestas. En un mundo cambiante, con este primer paso, aún teniendo que asumir un cierto grado de
incertidumbre, tú ya has descubierto un horizonte al que dirigirte.
Desde esa claridad entramos en el segundo movimiento. Te levantas de la cama y pones los pies sobre el suelo. Saborea esa estabilidad. Sigues con los ojos abiertos y ahora quieres comprobar con qué cuentas y como lograr que te sirva para avanzar hacia tus objetivos. Es el momento de recordar que todo puede serte útil, hasta lo que consideras una dificultad. Dicen que en Brasil hay un árbol anacardo que desafiando todas las convenciones de su especie ha crecido hasta sobrepasar los quinientos metros de circunferencia en noventa y cinco años de existencia. La causa de tal crecimiento es una anomalía genética, por la cual sus ramas alcanzan una largura y un peso que no se sostienen, y al caer doblegadas a tierra, vuelven a desarrollar raíces que estimulan aún más su crecimiento. El aspecto final, es el de muchos árboles cuando en realidad es uno sólo. Tómalo cómo ejemplo, acepta y valora lo que tienes, repasa lo que aparezca como una limitación y hazte otra pregunta: ¿Cómo puedo transformar este obstáculo en una oportunidad?
Desde esa claridad entramos en el segundo movimiento. Te levantas de la cama y pones los pies sobre el suelo. Saborea esa estabilidad. Sigues con los ojos abiertos y ahora quieres comprobar con qué cuentas y como lograr que te sirva para avanzar hacia tus objetivos. Es el momento de recordar que todo puede serte útil, hasta lo que consideras una dificultad. Dicen que en Brasil hay un árbol anacardo que desafiando todas las convenciones de su especie ha crecido hasta sobrepasar los quinientos metros de circunferencia en noventa y cinco años de existencia. La causa de tal crecimiento es una anomalía genética, por la cual sus ramas alcanzan una largura y un peso que no se sostienen, y al caer doblegadas a tierra, vuelven a desarrollar raíces que estimulan aún más su crecimiento. El aspecto final, es el de muchos árboles cuando en realidad es uno sólo. Tómalo cómo ejemplo, acepta y valora lo que tienes, repasa lo que aparezca como una limitación y hazte otra pregunta: ¿Cómo puedo transformar este obstáculo en una oportunidad?
Para encontrar
respuestas te animo a enlazar con el
tercer movimiento. Manteniendo los ojos abiertos, el rumbo bien claro y los
pies apoyados en el suelo, elevas tus
brazos bien alto, como si quisieras, además de estirar tus músculos, expandir tu mente y alcanzar nuevos puntos de vista. A
veces, te puede parecer que todo sigue
igual porque siempre estás mirando las mismas cosas. Si quieres sacar partido a
tu presente, habrá momentos en los que no te valdrá con tu habitual forma de
pensar. Disponte a contemplar nuevas perspectivas. Cómo decía, Emily Dickinson,
“si no sabes por donde amanecerá, abre
todas las ventanas”. Y anímate a romper con prejuicios y creencias
limitadoras. Si te dicen que cuando echas
un dado sobre una mesa, siempre quedará una cara que no podrás ver, cambia de
mesa. Echa el dado sobre una superficie de cristal y mira por debajo. Decide
ampliar tus mapas mentales y experimentar con nuevos enfoques.
E imaginando que así
lo haces comienza el cuarto movimiento. Vas bajando los brazos y abriéndolos hasta
dejarlos en horizontal a la altura de los hombros. Allí los echas hacia atrás,
a la vez que respiras hondo. Luego los cierras sobre tu pecho como en un abrazo. Al hacerlo. concéntrate en todo el
amor que le vas a poner a la experiencia de vivir este día. Ábrete a dar y
recibir. Esa también es una forma de expandir tu campo de oportunidades.
Contempla la posibilidad de colaborar, asociarte e intercambiar apoyos. Y valora
lo que aportas además de lo que te ofrecen aunque parezca poco. Puede ser el
comienzo de algo más grande que solo llegará si aprecias ese primer paso.
Se cuenta que un hombre fue injustamente encarcelado en lo alto de un torreón. Su esposa que lo amaba mucho buscó la forma de ayudarle. Cogió un escarabajo y tras haberle atado un finísimo hilo de seda, untó sus antenas con unas gotas de miel. Luego lo depósito al pie de la torre con las antenas dirigidas hacia lo alto. El insecto, en su afán de alcanzar la miel, trepó tanto que llegó a la ventana del prisionero. Esa noche, el prisionero, oyó que su esposa le llamaba pidiéndole que tomara entre sus manos el hilo que arrastraba el insecto. Tiró de él y pronto tuvo en sus manos un hilo un poco más gordo. Volvió a tirar y se encontró con un hilo de lana, a continuación un hilo de pita, luego una cuerda y al final un grueso cabo de soga, con el que pudo descolgarse y escapar. El abrazo a la vida que supone este cuarto movimiento, lo haces desde la aceptación pero poniendo osadía, entrega y deseo de superación.
En una pequeña población italiana llamada Orasso, durante gran parte del invierno pueden observarse diariamente dos amaneceres y dos anocheceres. Fenómeno visual provocado por una montaña vecina, el monte Riga, que tiene dos elevaciones separadas por grandes depresiones. Cuando el sol aparece por vez primera, lo hace sobre uno de los valles, y hacia el mediodía desaparece tras uno de los picos, causando el primer ocaso que obliga a encender las luces. El sol reaparece al llegar a la segunda hondonada, dejando pasar de nuevo la luz natural y provocando un nuevo amanecer hasta que al caer la tarde desaparece por el resto de la noche, detrás de la segunda colina. En ocasiones, cuando algún aspecto de mi vida se vuelve a iluminar o cuando todo se ensombrece, me imagino el paisaje de Orasso. Y pienso que, a veces, aparecen las segundas oportunidades, solo que hay que mantener la perspectiva adecuada para descubrirlas y la confianza necesaria para esperarlas.
Completados estos cinco movimientos con sus correspondientes actitudes, puedes repetirlos para interiorizar más y más
el proceso. Después, llévalo a la práctica en el día recién estrenado. Empiezas
abriendo bien los ojos. Y eliges contemplar la vida como una oportunidad. ¿De
qué? Tu respondes.
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me gusto mucho su publicacion gracias-
ResponderEliminarMe encanta, lo pondré en práctica.
ResponderEliminarGracias, lo leí dos veces...creo que necesito volver a hacerlo....
ResponderEliminarGracias 😊
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