viernes, 10 de enero de 2014

De caminos, caminatas y caminantes

Me gusta caminar, me encanta la vida y, como quizás ya te has dado cuenta, me entusiasman las metáforas. Así que hoy me arranco, sin complejos, :o)  con una anécdota, un ejercicio práctico y un cuento sobre los caminos de la vida y las formas de andarlos. 

Empiezo con la anécdota: En cierta ocasión hice una visita guiada en un museo. Al principio, fui siguiendo al guía como un perrito confiado pero la curiosidad y el asombro fueron ralentizando mi paso. Hasta que noté lo que creo debe sentir un cachorrillo cuando le tiran de la correa mientras olfatea una farola. Entonces, oí decir: ¡Vamos, dense prisa¡ ¡Si se detienen a mirar cada cosa, no nos dará tiempo a ver nada¡

En ese momento comprendí que la calidad del recorrido de la vida, al menos para mí, no se mide por la velocidad del paso, ni se rige por itinerarios valorados por otros. Camino pensando que todo está esperando que lo miremos y me gusta reconocer el terreno dejándome sorprender por pequeñas maravillas que despiertan mi admiración. 

Ahora voy con el ejercicio práctico, entresacado de  Lo que el corazón quiere contemplar: Te propongo salir de paseo. Busca un lugar tranquilo; y camina un rato observando todos tus movimientos. Podrás comprobar que, al caminar, das un paso levantando un pie en el vacío mientras con el otro te afirmas más. Sería imposible andar si no aceptaras experimentar esa porción de vacío  pues con ello únicamente conseguirías bloquear tu avance. No se puede andar sin levantar los pies del suelo. Toma conciencia, entonces, de que también en tu recorrido vital, la incertidumbre y la inestabilidad forman parte de tu proceso de evolución.

Después camina un rato más y sigue observando tu cuerpo.  ¿Qué dicen tus movimientos sobre tus sentimientos y actitud? Imagina que algunos de tus sueños ya se han cumplido. Visualiza esas felices escenas hasta sentirte contento y permite que surjan formas de moverte coherentes con esas visiones. ¿Caminas diferente? Fija en tu memoria esas posturas y, en adelante, juega a incorporar esos gestos y movimientos cuando quieras evocar un ánimo similar.

Y por último un breve cuento de Anthony De Mello: "Un anciano peregrino recorría su camino hacia las montañas en lo más crudo del invierno y bajo una lluvia constante. Un posadero le preguntó: ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí con este tiempo de perros, buen hombre? Y el anciano respondió alegremente: Mi corazón llegó primero, y al resto de mí le ha sido fácil seguirle."

Vengas de donde vengas, vayas a donde vayas, gracias por llegar hasta este blog y quedarte un rato leyéndome. Si quieres participar escribiendo un comentario me encantará saber de tus pasos, tus senderos o los recodos de tu camino. Hasta pronto.




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un primer paso.






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4 comentarios:

  1. Me ha encantado el texto, muy inspirador, es importante en los momentos de baja energía, no perder de vista que son necesarios para nuestro crecimiento, que al igual que los momentos buenos, no duran para siempre y que ambos forman parte de la felicidad, sin unos no habría otros.

    Gracias por tus reflexiones Pepa, nos encantan.

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  2. Gracias pepa , hoy llegue avos por este texto y me animé a seguir..
    un abrazo .
    Mariano

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  3. Gracias...hoy buscaba algo....y como sucede frecuentemente te encontré....

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  4. Gracias por ayudarnos a seguir adelante

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