Decia J. Krishnamurti que
“aprender es descubrir que algo es posible”. Asomándome a este punto de vista, entiendo
que aprender a vivir sería ampliar la consciencia de mi propio potencial de ser. Si estoy viva, puedo aprender
a ser de infinitas maneras. Y la vida es la escuela perfecta.
Siguiendo con este enfoque, me gusta imaginar que en mi interior hay semillas que esperan ser cultivadas para florecer. Hace tiempo leí que en Tokio, encontraron una semilla de loto que había permanecido oculta en una canoa durante dos mil años. Un equipo de especialistas la trató y logro que, al cabo de unos meses, se convirtiera en un precioso loto rojo cuyos esquejes se repartieron después a instituciones botánicas de todo el mundo.
Siguiendo con este enfoque, me gusta imaginar que en mi interior hay semillas que esperan ser cultivadas para florecer. Hace tiempo leí que en Tokio, encontraron una semilla de loto que había permanecido oculta en una canoa durante dos mil años. Un equipo de especialistas la trató y logro que, al cabo de unos meses, se convirtiera en un precioso loto rojo cuyos esquejes se repartieron después a instituciones botánicas de todo el mundo.
Nunca es tarde, suelo decirme
cuando recuerdo esta noticia, para apoyar
el crecimiento de todo aquello que quiere aprender a ser, de alguna soñada
manera. La posibilidad de aprender siempre está ahí si me mantengo abierta al
aprendizaje y promuevo los contextos físicos, mentales y emocionales que lo faciliten.
Y ¿cómo favorecer esa apertura? Por si tú también estás en esta escuela de la
vida y tienes asignaturas pendientes, a continuación te sugiero algunas
actitudes que a mi me ayudan a optimizar la preciosa y humana capacidad de
aprender:
Reconoce que hay cosas que no
sabes. Acepta que nunca lo vas a saber todo. Hazte amigo del “no se”. Para
poder aprender hace falta una declaración de ignorancia.
Cultiva flexibilidad mental
para contemplar distintas ideas desde diferentes puntos de vista. Para aprender
hay que estar dispuesto a ver que hay algo nuevo que aprender.
Sigue manteniendo la confianza en ti mismo aunque no te sientas seguro todavía en determinadas habilidades.
Cuestiona tus creencias
limitadoras sobre tu capacidad de aprendizaje. No vas a tener tiempo de
aprenderlo todo pero tienes capacidad de aprender todo aquello que tú decidas,
si te tomas el tiempo y le pones el esfuerzo necesario.
Disponte a experimentar
incertidumbre mientras avanzas. Para llegar a saber hay que pasar por la
inquietud de no tener respuestas. O de que ya no sirvan las que tenías pues, a
veces, aprender significa tener que desaprender lo aprendido.
Pon en práctica lo que sabes
para incorporar nuevas competencias como parte del repertorio de acciones
posibles. Aprender no es informarte. Hay que traducir el conocimiento en
capacidad de acción.
Date permiso, de antemano, para
cometer errores. Es una oportunidad más para seguir aprendiendo.
Acepta que otros saben más
de algunos temas y pueden enseñarte. Practica la humildad y deja de lado las
comparaciones. Recuerda que si tu asignatura es aprender a vivir, todo, no sólo
las personas, puede enseñarte. En este
sentido me gusta lo que dice el rabí de la siguiente historia:
- "Se puede aprender
algo de cualquier cosa", dijo una vez el rabí de Sadagora a sus jasidim.
- "Cada cosa puede
enseñarnos algo."
- "¿Que podemos aprender
de un tren?", pregunto dubitativamente un jasid.
- "¿Que a causa de un
segundo podemos perderlo todo?"
- "¿Y del
telégrafo?"
- "Que cada palabra se
cuenta y se cobra"
- "¿Y del
teléfono?"
- "Que lo que decimos
aquí se oye allá"
Valora la oportunidad que te
ofrece cada experiencia para expandir tu potencial y ten siempre a mano la pregunta:
¿Qué puedo aprender de esta experiencia? La respuesta siempre supondrá
crecer. Apoyar conscientemente el florecimiento de la vida que eres.
Gracias por leerme.. Hasta pronto.
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"Vivir conscientemente": Desarrolla tu capacidad de autoconciencia. Aprende a cultivar tu percepción consciente.
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Estaré encantada de atenderte.
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