Se
cuenta, en un relato anónimo de la tradición judía, que “un día el burro de un campesino se cayó en
un pozo. El animal relinchó por horas mientras el campesino trataba de buscar
la forma de ayudarle. Finalmente pensó
que el burro ya estaba viejo y el pozo necesitaba ser tapado con urgencia, así
que decidió echar tierra para solucionar los dos problemas a la vez. Para ir
más rápido pidió ayuda a sus vecinos.
Cuando veas que, aún sin grandes problemas, tu cabeza está
llena de asuntos que te atrapan, haz una lista con todos esos temas que bullen
en tu interior. Esa será tu lista de preocupaciones, aunque te parezca que son asuntos menores. Después, aplica las
preguntas anteriores a cada una de esas inquietudes y cada acción que decidas
llevar a cabo para atenderlas, escríbela en otra lista que será tu lista de
ocupaciones. Una vez hayas acabado tira a la basura tu lista de preocupaciones
pues ahora ya sólo tienes acciones que llevar a cabo para sentirte mejor y en
eso tendrás que enfocar tu energía y atención. Quizás haya habido
preocupaciones para las que no hayas encontrado acción posible y, por lo tanto,
cada vez que vuelvan a aparecer en tu mente, recuerda cómo tiraste esa lista a
la basura en la convicción de que no eran asuntos quya solución estaba a tu
alcance. Tras recordarlo revisa si aún queda algo por hacer de lo que si estaba
a tu alcance solucionar.
Además...
El burro al notar lo que se le venía encima
empezó a relinchar con más fuerza pero después de un rato se aquietó. La gente
no lo veía y pensaba que habría quedado enterrado pero lo que realmente sucedía
era que estaba ocupándose de quitarse de encima la tierra que le arrojaban con
cada palada.
Al poco tiempo, para sorpresa de todos,
empezaron a verse las orejas del asno que, apoyándose en la tierra que se
sacudía y caía al suelo, estaba logrando elevarse. Cuando llegó a la altura de
la boca del pozo, dando un salto, salió corriendo alegremente dejando
boquiabiertos a sus supuestos enterradores.”
Como el
burro protagonista del cuento, en algunos momentos de nuestra vida, podemos
tener la sensación de que haber tocado fondo en el pozo de algún problema. Suelen
ser momentos de angustia y el estrés aumenta cuando, en medio de esa tensión, de
quienes esperábamos ayuda recibimos rechazo y hostilidad.
En este
punto, entre la percepción de las circunstancias y las posibles respuestas, podemos
elegir dónde enfocar nuestra atención y decidir lo que más nos conviene hacer.
Si nos dejamos llevar por pensamientos negativos y nos enganchamos en el juicio
sobre las actuaciones de los demás, quizás la situación termine enterrándo
nuestras posibilidades.
Imagínate
que el asno del cuento se hubiese quedado parado pensando lo desagradecidos que
eran su amo y los vecinos después de todo lo que había cargado en sus lomos
para resultarles útil. Quizás se hubiera tirado en el suelo preso de
la tristeza que emergía de su corazón decepcionado. De haberse centrado en la crueldad que mostraban los vecinos habría estado
preocupándose del asunto de los demás, sobre el que no tenía control. Juzgando
sus acciones y padeciendo por ellas. Pero por suerte para él, el burro eligió
enfocar su atención en el aquí y el ahora, y tomó consciencia de cada palada de
tierra que le caía encima. Se ocupó de su asunto y de su zona de influencia o espacio
de acción que le quedaba para hacer frente a la situación.
Pudo
abrir los ojos a lo que le estaba pasando y así ver qué podía hacer para responder de la mejor manera posible. Se concentró en sacudirse cada vez, esa pequeña
porción de tierra, y manteniéndose con sus patas bien asentado sobre el
terreno, fue capaz de transformar lo que antes sólo percibía como acciones
hostiles, en posibilidades para salir de la situación.
Quizá tu también tienes preocupaciones entre manos. Imagina un círculo que abarque a todas ellas. Es la zona de preocupación.
Cuando revisas todo lo que queda dentro de este círculo veras que ante
algunos de esos problemas no hay nada que hacer, al menos a tu alcance, pero ante otros sí hay posibilidad de actuar.
El círculo de la zona de influencia es el que rodeará estos últimos, delimitando el terreno
de la ocupación.
Si te estancas en el círculo de preocupación restarás tiempo y energía para atender el
círculo de influencia. Si quieres ser más efectivos y dejar de sufrir
innecesariamente vale la pena centrar los esfuerzos en la zona de influencia.
Así concentrarás recursos, y tomarás la iniciativa para promover cambios
positivos.
Las
preguntas que te indico a continuación pueden ayudarte a ir de la preocupación a la ocupación: ¿A qué desafío me
enfrento? ¿Qué está en peligro? ¿Qué quiero conseguir para dar por solucionada
la situación? ¿Qué posibilidades de respuesta tengo a mi alcance? ¿Qué valores
y principios quiero que rijan estas acciones?
¿Cuáles pueden ser las consecuencias? ¿Qué riesgos acepto asumir? ¿Con qué
recursos cuento? ¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación
o para encontrarme mejor ante ella? Posiblemente vendrán a tu mente
pensamientos sobre lo que otras personas deberían hacer. Antes de que tu
atención quede secuestrada por ellos, pregúntate: ¿Puedo hacer algo para que esa persona realice lo que necesito? Si
la respuesta es positiva, haz lo que tengas que hacer. Pero si la respuesta es
negativa, recoge tu atención y llévala hacia todo aquello que sí esté dentro de
tu zona de influencia.
Como le pasaba al burro en el pozo, a veces, la vida no para de tirarnos encima todo tipo de asuntos preocupantes. Si te quedas parado en el victimismo esos temas pueden acabar aplastándote pero si los afrontas como un desafío a tu creatividad y capacidad de aprender y superarte, los usarás como recursos para lograr un nivel más elevado de
conciencia. En tu
mano está hacerte responsable de tu bienestar y entrenar a tu mente para ver la
oportunidad mientras trabajas en construir la posibilidad.
Gracias
por tu atención. Estaré encantada de leer tus comentarios. Abrazos y hasta
pronto.
Pepa Arcay
Coach
personal
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Excelente articulo, felicitaciones.
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