Decía el filósofo William
James: “No reímos porque somos felices,
somos felices porque reímos.” Y después llegó la neurología explicando que
cuando reímos nuestro cerebro segrega una hormona llamada endorfina, responsable
de que nos sintamos muy bien. De manera que si estás intentando aumentar tu bienestar
una buena pregunta puede ser: ¿Qué
espacio dejas, en tu vida, para la risa?
Algunas personas limitan ese
espacio pensando que “la risa es para
cuando las cosas van bien”, “es de locos reírse sin ton ni son”, “tal como
están las cosas no hay muchos motivos para sonreir”, “es de mala educación reir
a carcajadas en público”, “el trabajo es algo serio, no es lugar para risas”, etc … y luego se extrañan de
sentirse tensos, estresados y … ¡de mal humor! En “Un minuto para el absurdo”, Anthony
de Mello cuenta una anécdota a favor de la risa que me encanta recordar: “El maestro era cualquier cosa menos
ampuloso. Siempre que hablaba provocaba enormes y alegres carcajadas, para
consternación de quienes se tomaban demasiado en serio la espiritualidad y a si
mismos. Al observarlo, un visitante comentó decepcionado: “¡Este hombre es un
payaso!”. “Nada de eso” le replicó un discípulo: “Usted no ha comprendido nada.
Un payaso hace que te rías de él. Un maestro hace que te rías de ti mismo.”
Desde mi punto de vista, el sentido
del humor, -no la burla irrespetuosa o el sarcasmo hiriente-, es una fortaleza
psicológica que ayuda a afrontar todo tipo de circunstancias y además, puede
cultivarse. Hace un tiempo se hizo popular el lema: “Haz el amor y no la guerra”. Despues he visto modificada esta
consigna diciendo: “Haz el humor y no la
guerra”. Sin menospreciar la primera, hoy quiero compartir contigo algunas
formas fáciles de poner en práctica la segunda. :0)
1.- Empieza por sonreir.
Sonríe porque estás vivo o
por cualquier aspecto de tu vida por el que te sientas contento. Y además,
sonríe sin motivo. Para experimentar. Inspira y al expirar, sonríe. Como si con
tu sonrisa estuvieras preparándote para ser feliz.
2.- Busca motivos para reírte a carcajadas.
Ten siempre a mano y dedica
tiempo a ver series de humor, comedias, monólogos o tiras cómicas. Queda con
amigos con los que te rias mucho y compartan tu estilo de humor. Pregúntate:
¿qué puedo hacer hoy para reirme un poco más?
3.- Cuando más aburrido te encuentres ríete de ti
mismo.
Recuerda momentos de
frustración o situaciones en las que te hayas sentido molesto o avergonzado.
Luego piensa que eso le ha sucedido a alguien que consideres muy serio, muy
rígido o que no te cae bien. Exagera el asunto hasta llevarlo al absurdo como
hacen los guionista en las películas cómicas. Encuéntrale su parte graciosa.
Luego vuelve a recordar que eso te ha sucedido a ti. Posiblemente sentirás más
empatía y ternura hacia ti mismo y hacia quien hayas escogido para protagonizar
la escena. Humor empieza como humildad y acaba como amor.
4.- Date permiso para hacer “el tonto” y divertirte.
Atrévete a contar un chiste o
trata de quitar hierro a una situación tensa con una respuesta graciosa. Haz broma refiriéndote a alguna de
tus manías o caricaturiza algo que sea propio de tu forma de ser. Diviérte
haciendo “tonterías” con tus seres queridos, como lo hacías cuando eras niño,
por el simple dese de reir y pasarlo bien. A veces, tener como “llave maestra”,
una palabra dicha en un tono especialmente gracioso o un gesto cómico, puede
ser una herramienta preciosa para disolver tensiones y abrir la puerta a la
ternura.
5.- Cuando
te sientas bloqueado ante un problema o falto de creatividad, encuentra algún comentario gracioso en
relación a ese asunto. En ese momento habrás logrado distanciarte del conflicto
lo suficiente para sentirte un poco mejor y verlo desde otra perspectiva. A
veces, verlo con sentido del humor es la única forma de verle un sentido. En "Lo que el corazón quiere contemplar" propongo esta actitud:"Empieza buscando, en la circunstancia que afrontes, algún motivo de celebración y, por pequeño que sea, siente gratitud. Luego disponte a vivir esa situación con alegría de ser; afrontándola, en la medida que te sea posible, con ternura, sencillez y sentido del humor. Abraza esa experiencia con todo el amor que logres sentir y siéntete en paz por haber puesto en este momento tu mejor voluntad."
6.- Respeta
los valores de los demás pero en lo
concerniente a tus creencias pásalas por el filtro del sentido del humor. Si
algo te parece demasiado “sagrado” para pasar esa prueba, quizás es que es un “tabú”
y precisamente por eso conviene que lo puedas ver con más flexibilidad,
inocencia y apertura de miras.
7.- Recuerda
siempre que reir es un placer contagioso
además de una medicina gratis. Como ejemplo este vídeo con el que espero
sonrías y disfrutes.
Gracias por tu atención.
Estaré encantada de leer tus comentarios. Sonrisas y hasta pronto.
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