Hace unos días, mientras
empezada a impacientarme haciendo cola en el supermercado, pensé en lo que pudo
sentir la primera persona que cultivó bambú japonés. Según se sabe ahora, durante
los primeros siete años después de la siembra, esta especie botánica no da
señales de vida pero desarrolla un complejo sistema de raíces que le permiten
sostener su rápido crecimiento posterior. Quien lo cultivó por primera vez no
tenía estos datos así que se puede decir que a la vez estuvo cultivando su propia paciencia. De no
ser así hubiera desistido pensando que aquella semilla no estaba en buen
estado. ¿Te imaginas su sorpresa al ver
que después de tanto tiempo sin fructificar, en seis semanas, creció más de
treinta metros? Así es el ciclo de crecimiento del bambú japonés y la paciencia del agricultor le permitió
descubrirlo. Por cosas como esta considero que desarrollar la paciencia es un elemento clave para comprender mejor la
vida y disfrutarla más.
Cuando se practica la paciencia crece la humildad. El poder ver con más perspectiva el desarrollo de
los acontecimientos te permite comprender que no tienes toda la información,
que tus puntos de vista son limitados y que la vida es una trama de
colaboración y no funciona únicamente en relación a tus expectativas.
Al aprender a tener paciencia aceptas más fácilmente
la incertidumbre: Ves con claridad
que no puedes tener todo bajo control y que hay momentos en los que sólo cabe
esperar, paciente, confiada y humildemente porque no está en tus manos hacer
nada más. La paciencia supone tiempo para escucharte, sentir y dejar que los procesos
emocionales se vayan completando. Como en el caso del bambú japonés, comprendes
que el crecimiento interno requiere su tiempo.
Al ser más paciente resulta más fácil ser compasivo y tolerante: Contigo mismo y con los demás. Comprendes que los ritmos de cada uno son
diferentes de la misma manera que cada aportación es única. La sinfonía de la
vida requiere distintos instrumentos, tiempos y compases. Todo cuenta y con
todo hay que contar.
Tener paciencia también implica ir aprendiendo a relativizar, a ver la verdadera dimensión e importancia de cada
situación. Al dejar pasar un poco de tiempo te das cuenta que lo que parecía
insuperable lo estás pudiendo trascender. Con más perspectiva hasta puedes
descubrir situaciones que, en su momento, te parecieron negativas pero luego
las ves como giros significativamente positivos en tu experiencia vital. Se
necesita paciencia para comprender los ciclos y los giros de la vida.
La paciencia no es una actitud pasiva, triste o
resignada sino todo lo contrario pues
te remite al presente y a la posibilidad de descubrir, aquí y ahora, mientras llega
lo que esperas, qué regalos guarda cada instante. Invita a desarrollar la
reflexión y la perseverancia al experimentar que no siempre hay soluciones ni
triunfos rápidos, pero no por eso deja de haber caminos hacia los logros .
A la paciencia hay que ponerle un límite cuando ser paciente está significando no querer ver
lo que realmente está sucediendo, no querer aceptar que la otra persona no
quiere adaptarse a tus expectativas, que la situación ya no puede ser como
esperabas o que esperar está suponiendo un perjuicio real para ti o esté en
juego tu integridad.
No hay que tener más paciencia cuando ser paciente esté suponiendo postergar una
acción necesaria, querer huir de tu responsabilidad o de los compromisos
adquiridos.
Algunas sugerencias para desarrollar la paciencia:
1.- Procura pasar tiempo en contacto con la naturaleza
observando sus ciclos y su
funcionamiento. Los pájaros haciendo y rehaciendo sus nidos, los árboles creciendo
lentamente, las flores volviendo a surgir tras los deshielos, etc…
2.- Cultiva el hábito de meditar concentrándote en tu respiración mientras dejas pasar,
sin aferrarte ni dejarte llevar por los pensamiento, emociones o sensaciones.
3.- Dedica tiempo a conversar con algún anciano y a
jugar con niños, procurando ponerte
en su lugar y en su mentalidad. Eso te ayudará a comprender otros puntos de
vista, otras maneras de afrontar la vida y sobre todo, otros ritmos y formas de
experimentar el tiempo.
4.- Aprende a disfrutar poniendo a tu vida un ritmo
más lento en algunas experiencias
como al salir a dar un paseo, al comer un plato especial, al limpiar con
detalle un objeto valioso, al acariciar, etc…
5.- Planea tu ocio incluyendo actividades que en su
realización impliquen el diferir la gratificación inmediata y tener que seguir un proceso hasta alcanzar el logro,
como cultivar un huerto, hacer puzles, etc…
6.- Al organizar tu agenda establece metas y comprométete con ellas aceptando de antemano que no
podrás controlar totalmente el resultado. Por el camino a esos logros observa
las sensaciones al realizar esfuerzos cuyos resultados solo llegarán en un
futuro.
7.- Tómate la impaciencia como un área para el trabajo
de superación personal. Empieza por
descubrir cuales son, en tu caso, los factores desencadenantes. Puedes llevar
un diario en el que describas los momentos en los que perdiste o estuviste a
punto de perder la paciencia. Posteriormente, en esas situaciones, párate a
menudo para tomar consciencia de cómo te sientes y pregúntate si puedes hacer
algo para esperar con más serenidad.
8.- Si la impaciencia te toma por sorpresa y no la consideres adecuada, cierra los ojos y respira
varias veces centrando tu atención en la zona del corazón. La idea es no
reaccionar sino provocar una actitud de confiada espera obsrvando lo que surge
en tu interior. Después de unos minutos abre los ojos y repite la siguiente
afirmación: “Confío en la inteligencia de
mi corazón, dónde encuentro conocimiento y efectiva disposición para, aquí y
ahora, vibrar en sintonía con todo lo que es y construir creativos cauces de
acción desde la paz y la libertad de ser” (“Lo que el corazón quierecontemplar”)
9.- Acostúmbrate,
cuando te enfrentes a un problema, a pararte un rato a pensar sobre qué es lo que está en tu mano cambiar y lo que no.
Date unos momentos para estar con la sensación de tener que aceptar lo inevitable
antes de concentrar tu atención en las acciones necesarias.
10.- Cuando
te encuentras con una demora inesperada o ante una situación en la que lo único
que cabe es esperar, ten paciencia y
para que no se convierta en vagancia, mientras esperas, haz lo que puedas, con
perseverancia. Mantente atento a las oportunidades mientras creas las
posibilidades.
11.- Intenta simplificar tu vida pues el estrés excesivo suele ser causa de
impaciencia. Examina tranquilamente tus rutinas y pregúntate: ¿De que puedo
prescindir? ¿Qué actividades son innecesarias? ¿Qué podría tomarme con más calma?
En general, ten en cuenta que
florecerá más paciencia cuanto más la siembres. Y mientras esperas recuerda lo
que decía Cervantes: “Los males que no
tienen fuerza para acabar la vida no la han de tener para acabar la paciencia.”
Gracias por tu atención. Me encantará leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.
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