Si alguien te defrauda o te perjudica es lógico y sano que aparezca un sentimiento inicial de enfado. Pero si esa emoción no se resuelve y vuelve a aparecer una y otra vez, como un disco rayado, significa que estás resentido.
Todo resentimiento hunde alguna de sus raíces en una decepción mal gestionada. Quizás una persona no ha respondido como esperabas, quizás tú mismo no has estado a la altura que deseabas o la misma vida te ha sorprendido con unas circunstancias que no son de tu agrado. El caso es que te sientes decepcionado, te cuesta aceptar que eso haya sucedido y te resistes a asimilar esa experiencia aunque sepas que no puedes cambiar los hechos. Te debates entre la sorpresa, el rechazo, el enfado y la rabia y, tras alimentar durante un tiempo esa hoguera emocional, con un discurso interno negativo, el resentimiento te va quemando.
Albergar resentimiento siempre resulta doloroso pues es como mantener una herida abierta. Cualquier roce te va a provocar sufrimiento y va a resultar agotador tener que controlar las circunstancias para no sentirte dañado. Es fácil que te muestres hostil hacia el entorno, muy sensible e inusualmente desconfiado en las relaciones.
No obstante, antes de sentirte dañado por el mismo rencor puede que no lo reconozcas o creas que tiene sus ventajas. Quizás, para evadirte del dolor, intentas convencerte de que no ha pasado nada o quizás en el papel de víctima, proyectando una y otra vez la culpa fuera de ti, te sientes inocente, otros te ofrecen su compasivo apoyo o simplemente te permite evitar hacerte responsable de tu bienestar diciéndote estár en manos de un pasado que no puedes cambiar.
Anthony de Mello en su libro “Un minuto para el absurdo”, ofrece una buena metáfora de esta situación: “La gente no está dispuesta a renunciar a sus celos y preocupaciones, a sus resentimientos y culpabilidades, porque estas emociones negativas, con sus 'punzadas', les dan la sensación de estar vivos, dijo el Maestro. Y puso este ejemplo: Un cartero se metió con su bicicleta por un prado, a fin de atajar. A mitad de camino, un toro se fijó en él y se puso a perseguirlo. Finalmente, y después de pasar muchos apuros, el hombre consiguió ponerse a salvo. Casi te agarra, ¿eh?, le dijo alguien que había observado lo ocurrido. Sí, respondió el cartero, como todos los días..”
El riesgo es que, tarde o temprano el toro del resentimiento puede atraparte y bloquear tu avance. La buena noticia es que puedes evitarlo. Es por eso que hoy quiero compartir contigo diez pasos que pueden ayudarte a recuperar el equilibrio emocional tras una decepción y a impedir que se convierta en un resentimiento:
1.- Para hacerte claramente consciente de la situación empieza preguntándote ¿qué o quien me ha decepcionado?. Describe, por escrito, los hechos que sucedieron y las interpretaciones que has hecho de los mismos. Contextualiza la situación, descarta suposiciones, comprueba si te falta información y recoge los datos que necesites para tener una visión lo más objetiva posible.
2.- Observa lo que sientes actualmente al recordar esa experiencia. Ubica esos sentimientos en tu cuerpo sin intentar alterarlos. Ofrece atención, reconocimiento y aceptación a esos sentimientos. Ayúdate de la respiración para tomar más y más consciencia de esas sensaciones. Inspira y al expirar centrate en la zona donde sientes presente la emoción. Mantén unos minutos de atención respetuosa.
3.- Combina el responder por escrito a las preguntas que te sugiero con la atención consciente a la energía emocional que vaya apareciendo. ¿Qué es lo que más me molesta de esta situación? ¿Qué es lo que más me enfada?¿Qué me duele de todo esto? ¿Qué me inquieta? ¿Cuál es el miedo más profundo que se ha despertado? Una y otra vez, tras escribir las respuestas haz pausas para atender las emociones.
4.- Descubre qué es lo que quedó pendiente. ¿Por qué éste es un tema importante para mi? ¿Cuáles son los valores que han sido vulnerados? No hay respuestas correctas o incorrectas, simplemente son datos relevantes para comprenderte mejor. Acepta la pena por esa valor no atendido. Dale atención y espacio en tu conciencia. Contempla la belleza de ese valor y reconoce lo importante que es para ti..
5.- Transforma las culpas en responsabilidades. ¿Quién creo que es el causante de lo sucedido? ¿Tuve yo alguna responsabilidad? Acepta que los demás tienen otro mapa de la realidad, otros valores y quizás sus intereses pueden chocar con los tuyos. No se trata de justificar comportamientos sino de intentar comprender algunas razones detrás de esas conductas. Mirar al otro y mirarte con compasión independientemente de que decidas o no pedir responsabilidades o alguna compensación por los daños ocasionados.
7.- Reconoce lo que no está en tu mano cambiar y responsabilízate de lo que está dentro de tu campo de influencia. ¿Qué quiero que pase? ¿Y qué lograré si obtengo eso? ¿Qué deseo verdaderamente ¿ ¿Qué puedo hacer o pedir para conseguir lo que quiero? ¿Qué necesito hacer para sentirme en paz conmigo mismo, aunque no consiga lo que quiero?
8.- Lleva a cabo lo que hayas considerado que te ayudará a sentirte en paz con esta situación. Quizás quieras pedir una reparación a la persona que te perjudicó, quizás lo que necesites es una explicación o una disculpa. Puede ser que necesites dejar caer la idealización que mantenías sobre alguien o algo y aceptar lo que es tal cual es porque se escapa a tu control. O quizás tienes que poner paciencia y compasión. Sea como sea hazte cargo de tu responsabilidad sobre tu bienestar y actúa en consecuencia.
9.- Una vez llegado a este punto establece un compromiso contigo mismo de dejar de rumiar sobre este asunto. Imagina como sería tu vida sin ese apego de tu mente. Cuando te des cuenta que vuelves sobre ello, no luches ni te enfades, simplemente recuerda que es un asunto que has cerrado y que decides poner la atención en otra cosa que sea beneficiosa para ti. Distráete, busca algo que capte tu atención o que te guste hacer. Te puede ayudar repetir la frase: “No está en mi mno cambiar esta mala experiencia del pasado pero aquí y ahora puedo vivir algo hermoso”.
10.- Por último, para interiorizar más el propósito de soltar y dejar atrás este mal recuerdo, te propongo que realices la visualización guiada que te relato en este audio:
La decepción puede llegar como una marea inesperada. Atiéndela pronto y encauza bien su caudal emocional para que no se convierta en un río de resentimiento que te desborde.
Gracias por tu atención. Estaré encantada de leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.
Pepa Arcay
Coach Personal
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No quiero perder este contacto tan sanador gracias por trabajar en las relaciones unipersonales y su entorno Alicia Alvarado Rojas
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir...
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ResponderEliminarGRACIAS. Ojalá pueda lograr este objetivo.
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