domingo, 21 de junio de 2015

La queja: ¿Estéril lamento o útil herramienta de cambio?

Cuenta un relato anónimo de la tradición espiritual hindú que “por la inmensa planicie de la India se deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa. Varios hombres compartían un departamento y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha. Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a conciliar el sueño. Llevaban ya un buen número de horas de viaje y estaban muy cansados. De repente, empezó a escucharse una voz que decía:
-¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!

Así una y otra vez, una insistente y monótona queja. Era uno de los viajeros que no cesaba de lamentarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Ya resultaba tan molesto, que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez. Todos se echaron de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir:
-¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía!”

Quizás tu también conozcas a alguna de esas personas que nunca se cansan de quejarse. O puede ser que convivas con un quejica en tu interior. Un aspecto de ti que solo sabe lamentarse y que nada le contenta. Sea como sea, resulta agotador. Como les sucedía a los pasajeros del tren, en el relato,  con su insatisfecho compañero de viaje. No obstante, posiblemente también estarás de acuerdo conmigo en que la sumisión y el conformismo no favorecen la evolución, la insatisfacción promueve el progreso y las críticas pueden ser un estímulo para aprender.

Desde mi punto de vista, lo que sucede es que la queja, es una espada de doble filo. Según como la apliques puede ser muy efectiva pero si no la utilizas adecuadamente puede resultarte lesiva. Por si quieres mejorar en su manejo, hoy te propongo seis claves para que una queja pase de esteril lamento a útil herramienta de cambio:

1.- Descubre  la raíz de tu insatisfacción:
La queja habla de algún tipo de insatisfacción. Dicho de otra manera, te enseña claramente aquello que puedes mejorar. En este sentido, la queja te motiva a la superación pues te muestra el valor cuya falta te duele. Si lo descubres puedes trabajar para que ese valor florezca en tu vida. La clave está en ransformar tu preocupación en una reflexión útil en vez de rumiarla como esteril cavilación. Pon tus quejas por escrito, estableciendo claramente los hechos y pregúntate : ¿Qué insatisfacción está señalando esta queja?

2.- Calibra bien tu disconformidad:
Para no vivir en un permanente lamento, acepta las consecuencias lógicas de tus acciones y del devenir de la vida. Si decides practicar surf, asume de antemano que habrá días que no tendrás suficiente oleaje, si tienes hijos ten en cuenta que aumentarán tus responsabilidades y si viajas en avión tendrás que limitar el peso de tu equipaje.
Además, vigila si te quejas de alguien simplemente porque no ha estado a la altura de una expectativa que ni siquiera has expresado. Recuerda que la reclamación será adecuada si se ha dado un incumplimiento de algo sobre lo que previamente había un compromiso. Algo muy distinto a creer que algo es “obvio” o “debe ser así” sólo porque ese sea tu punto de vista. Calibra tu inquietud de forma realista preguntándote: ¿Tengo motivos válidos para quejarme?.

3.- Pasa pronto a la búsqueda de soluciones:
El problema de quejarte comienza cuando insistes en lamentarte por algo sin intención de buscarle solución. Con esa actitud, aunque al principio pueda parecer un desahogo, solo consigues frustrarte y consumir energía inútilmente. La clave es descubrir lo que tú puedes hacer para mejorar la situación. Es la diana en la que te interesa poner tu atención. Determina concretamente tu petición de cambio y pregúntate: ¿Qué está en mi mano hacer para mejorar este asunto? Al responder a esta pregunta la queja ya se ha convertido en una meta positiva

4.- Responsabilízate de tu parte en el cambio:
Reconocer el malestar y la posibilidad de mejora es el primer paso para poder cambiar. El segundo es ir más allá de la queja para crear constructivos cauces de acción. Si solo te quejas te sientes víctima y cargas la responsabilidad en los demás. Si trabajas para cambiar conectas con tus capacidades y descubres tu poder creador. Entra en acción a la vez que aceptas que no todo está en tu mano. Presenta la queja a las personas implicadas o a las que podrían colaborar en la mejora. Disfruta haciendo lo mejor posible aquello que depende de ti y asume con serenidad lo que no controlas. Encontrarás más información útil sobre este punto en “Cinco pasos para establecer límitessaludables”.

5.- Equilibra queja y agradecimiento:
Si contaminas de negatividad la visión del presente no podrás ver su horizonte de posibilidades. Cada experiencia tienes facetas positivas y negativas. Si sólo te centras en los daños y las limitaciones te invadirá el desánimo. Para no quedarte regodeándote en la pena enfócate no solo en lo que se puede mejorar sino también en lo que ya es una maravilla. Reconoce también el bien hacer y muestra agradecimiento pues pregonar las quejas constantemente termina desgastando las relaciones. Te sugiero poner en práctica las iniciativas explicadas en “Seis regalosque llegan al corazón”.

6.- No dejes que se acumule la insatisfacción:
Revisa de tanto en tanto tu  "hoja de quejas" y comprueba si se han solucionado y cómo lo has conseguido. No dejes que se queden quejas estancadas. Descubre qué es lo que está sucediendo para que no hayan sido ya resueltas. Si por temor al conflicto o por complacer a los demás, escondes tu insatisfacción, te estás faltando al respeto y tarde o temprano, la rabia y la frustración acumulada explotarán en formas que no beneficiarán a nadie. Victimismo, pasividad y resignación levantan el muro de la impotencia. Consciencia, acción responsable y confianza forman la escalera con la que puedes superar esa muralla. Te ayudarán las propuestas explicadas en “Entre la pasividad y la agresividad,puedes elegir la asertividad”

El equilibrio está en mantenerte en la queja sólo tiempo necesario para comprender la posible mejora. Ante una insatisfacción, con objetividad, afronta los hechos, con respeto, expresa tu disconformidad, con imaginación, busca soluciones y con tu mejor voluntad, haz lo que creas adecuado.

Gracias por tu atención. Me encantará leer tus comentarios. Abrazos y hasta pronto.



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